Javier junto a su grupo de amigos.
Javier junto a su grupo de amigos.
TIENE 39 AÑOS Y EMIGRÓ HACE 10 AÑOS

Es de Ascensión, estudió en Junín y hoy es dueño de cinco restaurantes en Europa

Javier Ehagaraz vive en el País Vasco y, junto a cuatro amigos, lleva adelante tres líneas de locales gastronómicos. Así, a pesar de recibirse de contador público, se animó a emprender y a apostar por lo que realmente le gustaba: la cocina.

Javier Ehagaraz tiene 39 años y nació en Ascensión, partido de General Arenales. Hace 10 emigró a País Vasco, en Europa para cumplir uno de sus mayores deseos: desempeñarse en el mundo gastronómico. Así, luego de recibirse en Junín de contador público y de enamorarse de una vasca que visitó la ciudad hace varios años atrás, Javier decidió emprender viaje a su sueño. 

“En el año 2014, llegué a Europa ya con la idea de emprender en el mundo gastronómico porque siempre fui un aficionado de la cocina y de la atención al público”, contó el joven y detalló que “en País Vasco hay toda una industria gigante de hostelería, restaurantes y bares”. 

Si bien ya había viajado tres veces a ese país por su relación con ahora su ex mujer, no tenía muchos conocimientos locales sobre el rubro. “Busqué trabajo por todos lados, explicando que quería aprender. Fui a varias entrevistas, hasta que una chica me dio la posibilidad en una hostería. Allí, comencé como empleado y aprendí muchas cosas”, relató y agregó “trabajé muy duro, las distancias eran muy largas y la relación con el jefe era muy fría. Pero se dio justo que quería poner una sucursal cerca de mi casa, en Bilbao y tomé el desafío”. 

En ese nuevo emprendimiento, Javier comenzó como encargado de turno y le fue muy bien ya que tenía 30 años, un título aniversario y diversas experiencias laborales. “A pesar que me iba bien, no me puse de acuerdo con mi jefe y decidí irme. Y allí fue cuando decidí abrir mi primer bar San Telmo”, contó. Al respecto, detalló que “me puse a buscar un local pequeño en el centro de Bilbao y lo inauguré. Una parte con ahorros y otra con un préstamo bancario, pero fue mi primera apuesta gastronómica”. 

De esta manera, el joven emprendedor mencionó que, a pesar de trabajar duramente, le fue muy bien y el bar funcionó durante tres años. Luego, por intermedio de Sebastián, un argentino que vive hace varios años allá; conoció a Alessandro, un italiano y a Álvaro, un chico vasco. Ellos tres tenían el proyecto de Casa Leotta, le ofrecieron trabajar con ellos y arrancó. Así, después de unos meses de apertura y de la excelente relación que tenían, le ofrecieron junto a José, otro empleado del lugar, ser parte del grupo inversor. “A esa altura yo tenía mucha experiencia en gestión de restaurantes y bares, entonces puse mi granito de arena al grupo y ahí empezó la historia”, indicó a Democracia. 

Pinsería Casal Leotta

Esta cadena de pinsería, con tres sucursales, ofrece una variada carta y un ambiente familiar. El producto estrella, la pinsa romana, se diferencia de la pizza en su forma y en su modo de elaboración y cocción. Así, con una impecable presentación y buenos precios lograron expandirse. “El primer paso fue ampliar la primera sucursal que teníamos, luego, cuando llegó la pandemia abrimos otra en un barrio de alto poder adquisitivo más pensando en el delivery y funcionó muy bien”, contó Javier y agregó “luego abrimos la tercera en Bilbao también”. 

Al margen de contar con el éxito de Casa Leotta, este grupo de amigos decidió ir por más y apostar por otros emprendimientos gourmet. Así, abrieron “San Telmo Pastificio”, un restaurante de pastas exclusivo y prontamente abrirán las puertas de “Molica focaccia”. Es decir, luego de animarse a emprender, hoy Javier forma parte de un grupo inversor que maneja tres líneas de restaurantes y que aspira a seguir creciendo. 

 

Volver a Argentina

A pesar de su éxito en Europa, la distancia con su familia y sus amigos de toda la vida es la parte más dura que le toca atravesar. De esta manera, el joven contó que su idea a futuro es realizar un mix y vivir una temporada en País Vasco y otra en la Argentina, cerca de sus afectos. “Cada vez que viajo, la intención es estirar un poco más la estadía, porque se extraña mucho y, además, porque hoy siento que puedo manejar mi negocio a la distancia”, reveló y añadió “con el grupo nos apoyamos mucho, sabemos que podemos organizarnos para que todo funcione”. 

Así, sobre la posibilidad de invertir en Junín o de desarrollar algún negocio gastronómico en la ciudad, confesó que le gustaría estar como asesor en la gestión o ayudar en lo que sea necesario para que vaya bien. No de cuerpo presente, porque le sería imposible por todas las responsabilidades que le conlleva. 

Por último, resaltó la excelente relación que mantiene con sus amigos y todo el equipo de trabajo que generó, ya que lo considera clave en el éxito de su negocio y para continuar creciendo. “Es importante que cada uno cumpla su rol porque una persona sola no podría hacerlo, es imposible gestionar todo”, destacó y “además, más allá del negocio compartimos mucho tiempo juntos, como viajes, asados y salidas familiares”.

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